martes, 27 de octubre de 2009

No sólo trabajo de curas: Mester de Clerecía.

Hoy hablamos del Mester de Clerecía. Antes quiero que entendamos que el término Clerecía, no sólo hace referencia a Clero, a Curia, a sacerdotes, monjes y frailes, en estos tiempos de nuestra cultura, siglos XII, XIII y XIV, el Mester de Clerecía, que por cierto no es un nombre muy usado en su propia época, se refería al trabajo distinto del Mester de Juglaría, o sea, el trabajo desarrollado por hombres doctos, cultos, con conocimientos de la lengua y de los idiomas hablados en la Península Ibérica en aquel momento, aunque no todos, eran mogollón.
Conocedores del latín, por supuesto, muchos del griego, del árabe, del hebreo, etc.
Entre estas personas pertenecientes al Mester de Clerecía había religiosos, como los dos autores más representativos: Juan Ruiz (el arcipreste de Hita) y Gonzalo de Berceo, pero también había nobles, como Pedro López de Ayala, sefarditas (judíos españoles) como Sem Tob, o musulmanes españoles, como el autor del Poema de Yusuf (anónimo).
Encuadrarse dentro del Mester de Clerecía no era sólo una cuestión de conocimientos, aunque sí era la más importante, también de estilo. En el Mester de Clerecía se usaba como estrofa la cuaderna via o tretásforo monorrimo.
No sufras, que te explico estos palabros:

  • Cuaderna Vía: estrofa compuesta por cuatro versos alejandrinos, que son los de 14 sílabas con rima consonante uniforme, o sea que todos los versos terminan en la misma rima: A-A-A-A. Tretásforo monorrimo es sinónimo de la cuaderna vía.

¿De dónde viene el término Mester de Clerecía? Pues de El Libro de Alexaindre, un libro anónimo del siglo XIII que narra la vida épica de Alejandro Magno y que explica en su inicio que ese libro pertenece a un trabajo de clerecía y no de juglaría, o sea, culto y no popular.

Gonzalo de Berceo.

Recibió una educación muy esmerada para su época en España, ya que estudió en la recién creada Universidad de Palencia entre 12225 y 1230. Se dedicó al servicio religioso y estuvo en los Monasterios de San Millán de la Cogolla y Santo Domingo de Silos. Fue el más importante representante del Mester de Clerecía, depuró el incipiente castellano y creo la lengua literaria en castellano, aportando cultismos del latín y tomando préstamos del Mester de Juglaría.
Su poesía es exclusiva de tema religioso y casi toda ella hagiográfica, o sea, vida de santos, con una intención más que artística, que también, la de crear una corriente de peregrinos hacia los conventos donde profesaba (el negocio de las reliquias era muy importante en aquella época).
Son muy importantes sus obras Milagros de Nuestra Señora y Vidas de Santos, como San Millán y Santo Domingo.

Juan Ruiz. Arcipreste de Hita.

Juan Ruiz es el segundo mejor exponente del Mester de Clerecía. Escribió El Libro de Buen Amor. Un compendio en forma de autobiografía ficticia del que no se sabe exactamente el título, ese se lo dió Menéndez Pidal en el siglo XIX porque se hace referencia a ese sintagma unas cuantas veces en el libro.
Juan Ruiz es un desconocido. Fue arcipreste de Hita como él mismo cuenta, y se sabe que realmente fue así. Poco más. Escribió el Libro de Buen Amor en el primer tercio del siglo XIV, hacia 1330-1343, hay tres manuscritos conservados en bastante buen estado, el más antiguo fechado en 1330.
El Libro de Buen Amor está escrito en cuaderna vía, pero también tiene versos de arte menor, lo que nos dice que es la primera vez que se recogiera lírica castellana (antes la lírica se escribía en portugués).
El Libro de Buen Amor es un libro divertido, léelo en una versión de castellano moderno si lo prefieres, se pierden matices de musicalidad, pero se gana en comprensión. Cuenta la autobiografía ficticia (porque era cura y creemos que era ficticia, claro) de Juan Ruiz, sus amores con varias mujeres y la lucha del amor por abrirse un hueco y una respetabilidad en la sociedad.
Lo mejor las historias de las Serranas, especie de amazonas que vivían alejadas del mundo en la montaña y que atrapaban a viajeros para solazarse.... y los amores de Don Carnal con Doña Cuaresma, que es una sátira de las novelas de caballerías.
Juan Ruiz se vio influído por la literatura gordialica que no era si no la más contestaria de la literatura de la época, llena de crítica hacia al clero y de poesía erótica y sensual, aunque escrita en latín por religiosos y estudiantes fracasados y pobres.




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