lunes, 26 de noviembre de 2012

La otra poesía española: la poesía andalusí.

Cuando estudiamos la historia de la literatura española y vamos a "esos oscuros años de la Edad Media", pasamos por alto toda la riqueza de la España Musulmana, como si más allá de los Mesteres (Juglaría y Clerecía), Don Juan Manuel, El Arcipreste de Talavera y Alfonso X, llamado El Sabio, no hubiese nada más. En la España musulmana, desde el siglo XI, porque antes los poestas estaban muy influidos por las tendencias más orientalistas árabes, se da una poesía de gran calidad escrita tanto en árabe como en mozárabe (el idioma propio de Al-Andalus), una poesía que cantaba al amor puro y al sensual, a los sentidos, a la belleza de la naturaleza, a la amistad...
En contraste con oriente, donde es el privilegio de las clases medias o superiores, la poesía culta, en Al-Ándalus, es popular y objeto de un entusiasmo general. No sólo hay poetas entre los hombres cultivados, príncipes, ministros, filósofos, médicos, juristas y místicos, sino también entre los iletrados, los ciegos, los artistas, los campesinos, y también hay un número relativamente grande de poetisas. La emulación y competencia entre cortes rivales hizo de la poesía una ‘carrera precaria y ambulante’ y muy inestable, y los poetas, con frecuencia adoptados por mecenas que los alojaban y mantenían con pensiones, estaban sometidos a caprichos y rencillas. No todos eran visires, y los visires mismos no estaban al abrigo de celos, desgracias, prisión y exilio.
La poesía árabe nos dejó estrofas para la literatura castellana como el zéjel y la moajaca. Pero sobre todo nos dejó autores como Ben Zaydún que nos maravilló con su poesía amorosa, sensual como las caricias de su amante y también poetisa (sí, no os sorprendáis, era una mujer) Wallada, la exquisita y rubia princesa Wallada, una mujer fuerte, artista en un mundo dominado por hombres y única dueña de su destino. 
De Wallada solo se conservan 9 poemas, todos ellos satíricos, luchadores y sensuales, valga como ejemplo este:


Por Alá, que merezco cualquier grande
y sigo con orgullo mi camino. 
 Doy gustosa a mi amante mi mejilla
 y doy mis besos para quien los quiera.

Este poema es de Ben Zaydún:

Hoy, triste, me distraigo con las flores,
de los ojos imán, donde la escarcha
juega vivaz hasta inclinar sus cuello.
Pupilas son, que, al contemplar mi insomnio
sollozaron por mí; por eso el llanto
irisado resbala por su cáliz. 


Este ha sido un primer acercamiento a la poesía española andalusí, otro día seguimos hablando de este tema, para  mí fascinante.

Frin, buena literatura infantil


Últimamente estamos invadidos por literatura juvenil fantástica. Los orcos y elfos de Tolkien han dado para  mucho, y ahora parece que cuando hablamos de literatura juvenil hablamos de literatura fantástica. Pero de pronto uno se encuentra con Frin, del argentino Luis Pescetti, y una especie de aire fresco llega a su intelecto. 
Os cuento como me encontré con Frin, no es nada elegido ni buscado. Teníamos que leer en mi curso de 1º de la ESO, del cual soy profesor de lengua, el libro preceptivo del trimestre y nos tocó Frin, nos repartimos las existencias de libros de la biblioteca del colegio entre los tres cursos, podría haber sido este título como podría haber sido otro. 
El caso es que nos ha encantado, tanto a los alumnos como a mí. Está bien escrito, es una historia de niños reales en un mundo real y eso es maravilloso.
Cuenta la historia de un adolescente soñador, poeta y diferente porque no le gusta el deporte, Frin, con amigos maravillosos y como Linko, fuerte, deportista y raro como él. Frin descubre la vida, osea, el amor, la lucha y lo duro y fantástico que es crecer y convertirse en un adulto.
En definitiva una novelita deliciosa que te recomiendo que leas ya.
 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Dicen que la pereza es uno de los pecados capitales.

Hace mucho tiempo que no escribo en mi blog. Y eso que lo que más me gusta en el mundo es la literatura, enseñarla, compartirla y, sobre todo, LEERLA.
Así que me pregunto a mí mismo, ¿por qué tanto tiempo sin escribir? Y yo mismo me contesto: por pereza.  Por eso el título de esta entrada, uno no cree mucho en el pecado, más bien nada, cree en la moralidad y la inmoralidad, y la pereza, si no queremos llamarla pecado (¡y uno de los capitales!) desde luego es una inmoralidad. 
Díaz Plaja murió ayer en Uruguay, fue uno de los pensadores españoles más irreverentes y uno de sus libros se llamaba precisamente Los pecados capitales del español, iba repasando de una manera sociológica, aunque muy socarrona, cada uno de los pecados capitales y su relación con la forma de ser del español, el capítulo de la pereza es impresionantemente ameno y real, tan real que duele.
Pienso ir dejando de lado la pereza, ir olvidándome de ella e ir empezando a escribir de forma continuada en mi blog, por eso este canto de mea culpa inicial.
Que sirva esta entrada de manifiesto de intenciones.